La receta de hoy es de las que, cuando termináis, quedan muy resultonas, pero el trabajo ha sido poco. Estos pequeñines son un básico en mi cocina. Cuando me apetece hacer alguna receta dulce, tengo un compromiso y no tengo tiempo, o, simplemente, me apetece que huela a recién horneado en casa, tiro de ella.
Para esta ocasión he utilizado tazas como medida. Si estáis familiarizados con el bizcocho de yogur os será similar.
Ingredientes:
3 huevos medianos
1 taza de azúcar (aprox. 125 ml)
2 tazas de aceite vegetal
3 tazas de harina
1 cuharada pequeña de levadura
1 yogur griego de limón (esto se puede sustituir por zumo de limón y crème fraîche, a mayor cantidad de grasa, más untuoso quedará luego)
2 cucharadas soperas de semillas de amapola
1 cucharada sopera de ralladura de limón
Para el glaseado:
Zumo de limón y azúcar glass (aquí no os pongo cantidades porque dependiendo del tamaño de los moldes que empleéis, necesitareis más o menos)
Elaboración:
Tamiza la harina y la levadura. Añádele las semillas de amapola y la ralladura de limón.
Mientras vete batiendo los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Yo utilizo mi adoradísima kitchen aid, gracias a la cual, puedo ir haciendo otra cosa mientras los huevos se baten. Si no utilizáis batidoras de pie (stand mixers) no os preocupéis, batid las yemas con el azúcar hasta que doblen el tamaño y las claras las montáis a punto de nieve muy fuerte. Luego mezclad todo con movimientos envolventes.
Poned el horno a precalentar. Yo suelo usar unos 150º aprox. Pero cada quien conoce su horno y sabe que temperaturas debe usar. En tiempos, estos se hicieron en unos 15 minutos.
Una vez que ya tenéis los huevos y el azúcar preparados, id añadiendo los ingredientes líquidos; el aceite, el yogur y dejad que se mezcle bien. Ahora es el turno de añadir los ingredientes secos que teníamos preparados. Incorporadlos poco a poco para que quede una masa lisa y sin grumos.
Ahora rellenad los moldes de papel hasta 2/3 de su capacidad y disponeos a hornear. Mientras tanto podéis preparar el glaseado que no es más que azúcar glass disuelta en zumo de limón. Lo ideal es que quede un poco espesa así que añadid el zumo al azúcar para que pilléis el punto más rápido.
Como ya los debéis tener horneados (o casi, recordad la prueba del palillo para comprobar si están hechos), dejad que se enfríen para glasearlos.
En cuanto estén fríos, sumergid el copete en el glaseado para que se impregne bien. Os sugiero que lo dejéis secar un poco, quedarán más apetecibles.
Y este es el resultado, unos maravillosos muffins hechos en una media hora y que dejaran tu casa aromatizada, al vecindario babeando y a la familia contenta.